ROMANCE Y TRAGEDIA EN PRIMAVERA- FINAL

Del modo más incomodo y sorpresivo, ese jueves las amigas parloteaban sin parar, contando los chimentos del barrio, los problemas con sus hijos, las discusiones por las cuotas con sus ex maridos, cuando Micaela interrumpió la charla con una declaración “estoy enamorada”, las amigas felices pedían detalles “es Juan me ama mucho y anoche hicimos el amor”. El silencio cubrió cada rincón de la habitación, las mujeres se miraban unas a otras con asombro y desconcierto, tratando de decidir  con la mirada quién diría la primera palabra. Hasta que la mayor del grupo habló “pero mica ese chico no te conviene, vos sos una muchacha dulce y buena y él es un mujeriego.” “no mi Juan no es así porque lo critican sin conocerlo”. Entonces a las amigas no les quedó otra opción que revelar una a una sus experiencias todas habían tenido una aventura con él, todas terminaron después de varias salidas, por el mal carácter del muchacho.

Micaela lloraba sin poder parar sus lágrimas, para aumentar sus males, los gritos alertaron a sus padres que adivinaron por la escena que algo le había pasado a su pequeña, así que además de sentirse engañada y defraudada por su amor, se sintió una mala persona porque al enterarse, sus padres agregaron una larga lista de reproches tratándola de inmoral, mujerzuela y llenándola de culpas.

Esa noche, sola en su cuarto sin poder dormir tomó una decisión se iría con Juan, él le explicaría lo de sus amigas y la amaba tanto que seguro le ofrecería ir a ese pueblito del que era donde un lago corre cerca de su casa, con las esperanzas renovadas hizo las valijas decidida a seguir a su amor.

A la mañana siguiente sus padres arrepentidos por la discusión de la noche anterior le llevaron el desayuno con intensión de disculparse, al entrar al dormitorio vieron la cama vacía, una nota decía: “me voy con Juan, lo amo, perdón” el ropero estaba vacío y faltaba  la valija, los padres se desesperaron, estaban por llamar a la policía cuando notaron una luz en el baño, al entrar rodeada de sangre yacía Micaela, con una sonrisa en su rostro y a su lado la valija caída.

Sus padres llenos de estupor sin comprender la escena, llamaron a la policía creyendo, en su angustia que el joven había matado a su pequeña. A los pocos minutos, ingreso a la casa la detective Camila Juárez, para averiguar si en verdad se trataba de un homicidio, aunque al llegar al baño y observar con detalle la tragedia no le quedó dudas que se trataba de un simple y triste suicidio.