Hola amigos, se que leen este blog, o así lo creo por lo que el contador me indica, me gustaría que hagan algún comentario para saber que le parecen las historias y si creen que son ficción o realidad, aquí les dejo una nueva historia ¿será real?
En esos parajes solitarios del interior de mi provincia, donde los hombres ordeñan vacas y las mujeres atienden la quinta, alimentan las gallinas y como único placer crean jardines multicolores para que al abrir la ventana rosadas, celestes y amarillas las flores del campo respiren con sabor a tierra amanecida.
Uno podría pensar que allí la vida es un paraíso terrenal, por el aire puro, por el silencio, por la libertad, por la soledad, por la aparente felicidad; pero ese no era el caso de la familia Donzelli, él era un hombre tosco de pocas palabras, criado solo para atender animales; ella era dócil, tierna, criada para ser madre y esposa. Se conocieron en el pueblo, en la fiesta patronal, el noviazgo duró poco y enseguida se casaron, como él estaba solo cuidando el campo, se fueron los dos a ese lejano lugar.
La ternura y el amor estaban lejos de esta pareja, llegaron los hijos y con ellos la esperanza de que el marido cambiara su forma de ser, pero todo fue una simple ilusión, la rudeza de él fue creciendo y pronto se transformó en violencia.
Un día luego de las tareas se sentó a la mesa y como era costumbre todos corrieron a ocupar su lugar en silencio para no alterar a papá, ella sirvió la comida y cuando se estaba por sentar un grito alertó su cuerpo, después sintió un golpe y un ardor infernal, quedó inconsciente y al despertar él seguía gritando que no sabía cocinar, que todo estaba frío y sin sal, aún alterado hizo un silencio miró el comedor, pegó un portazo y se marchó. Los niños la ayudaron a levantarse, busco hielo para que el golpe no se inflame y puso compresas con alóe para que las quemaduras sanen.
El mal humor y la violencia iban en aumento, cualquier escusa era buena para llegar a los golpes, que no alimentaba las gallinas, que la huerta estaba vacía, que perdía el tiempo con esas florcitas, que los chicos no tenían disciplina, que no estaban criados para las tareas del campo porque sus manos eran suaves y no callosas como las de los paisanos. Un día quiso disciplinarlos porque no habían bañado bien al caballo, ella se interpuso y recibió los latigazos.
Los años pasaron y un día el mayor de los hijos le dijo a su madre: - si no reaccionas te va a matar, pero antes de eso lo mato yo. Tenía apenas once años, pero una vida desbastada por el sufrimiento, llena de crueldad, intolerancia, rigidez. Dirigida por un hombre malvado, inclemente y despiadado.
Una noche los gritos de la pieza seguidos de los golpes en las paredes, alteraron al hijo tomo el arma de la cocina, la que guardaban por seguridad, abrió la puerta del dormitorio y apuntó a su padre con total determinación. Él soltó a su mujer que se desplomó por el piso y miró asombrado al pequeño, se cuadró y mostró el pecho desafiante, marcando con una cruz el lugar del impacto, luego se rió y avanzó hacia el arma para tomarla, el disparo sonó tenue, pero bastó para que la madre reaccionara, el hombre siguió avanzando y cayó sobre el umbral, ella tomó el revolver y abrazó al pequeño que aún temblaba, el cuerpo comenzó a moverse entonces para asegurarse le destrozo con un tiro la cara.
La noche tomo un atajo y sobrevino la mañana, luego de desayunar, ella tomo el tractor, cargó el bulto y una pala, su figura se desvaneció en el camino que lleva al establo. Al atardecer volvió la madre bajo un cielo de plomo, seguro llovería mañana, pensó ¿era muy tarde? para ella tal vez, pero para sus hijos hoy comenzaban a despejarse las nubes que asediaban su futuro.
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